Los duenos del palacio.
Nota extraida de la pagina web del Diario "Opinión" sobre el concierto pasado en el Centro Simón I Patiño, escrito por Gabriela Arévalo Angulo, para la Edición del suplemento "La Ramona" del día domingo 23 de Marzo 2008
El pasado viernes, OIL, la banda más rockera de la movida musical cochabambina, se presentó en vivo en el Teatro al Aire Libre del Palacio Portales, gracias al apoyo del Centro Cultural Simón I. Patiño. Esta es la crónica y los entretelones de un concierto que traza una línea temporal para la música y el espectáculo de nivel profesional en Bolivia.
1. Sin restricciones.
La idea de hacer un concierto sin restricciones de edad y económicas fue madurando desde hace un año. Mientras el grupo se presentaba con bastante éxito en diferentes tocadas a nivel nacional, crecía el concepto y la necesidad de presentar un espectáculo distinto en muchos aspectos. El primero, encontrar un escenario alterno, un lugar de características diferentes a las de las discotecas y los pubs que hasta el momento son los principales escenarios del rock nacional. Un concierto al que puedan ir menores de edad, el público que no tiene acceso a los tradicionales “boliches” y que ha sido en cierta forma olvidado por las bandas. Un evento gratuito. Una tocada que comience mucho más temprano que “casi a medianoche” y un espectáculo tal, que hasta las familias de los integrantes puedan ir y ver que el trabajo de Oil es más que pura ganas de divertirse haciendo música pesada y en inglés. La música de este grupo es cosa seria.
Se buscaron espacios alternativos y el escenario ideal estuvo siempre frente a sus narices —el teatro al aire libre del Centro Cultural Simón I. Patiño, lugar escogido para la presentación, queda detrás del cuarto de ensayos del grupo—. Oil ya sabía lo que era tocar allá pues un año antes, junto a otras bandas, participó en el espectáculo llamado “Rock Urbano”. Tras hacer las gestiones con la seriedad correspondiente, la banda tuvo el permiso de tocar en los jardines del Palacio Portales, “un escenario increíble” dicen los miembros del grupo, sin limitaciones de espacio ni grandes dificultades técnicas. Con meses de anticipación, se dio inicio a la planificación cuidadosa de hasta el más mínimo detalle. Oil es más que cinco músicos, es una máquina de hacer buen rock de la que también son parte Mario López, representante; Vico Paiva, productor visual; Eduardo Lewkowicz, sonidista; Cacho Romero, productor musical e ingeniero de grabación y Martín Boulocq, quien además de ser director de los videos, es gran amigo. Para esta presentación, el equipo creció hasta constituirse en más de 35 personas, entre personal del lugar, profesionales del sonido, músicos, amigos y parientes, todos planificando y ayudando a que el viernes 14 de marzo, tenga lugar un concierto que sin duda ha establecido la plataforma sobre la que ahora se fundamentan los altos niveles de profesionalismo de esta banda.
2. Música para ver
A las 20:00 en punto se abrió la puerta de ingreso al teatro al aire libre. Un gran número de personas estuvo haciendo fila desde mucho antes y en cuestión de minutos se sobrepasó la cantidad “ideal” de asistentes (300 butacas). Mientras el público seguía llegando y el equipo técnico terminaba de ajustar los detalles finales, las dos pantallas gigantes colocadas a los costados del escenario mostraban video clips de grupos que Oil gusta llamar bandas amigas. A las 20:20, el lleno era total. Las butacas, las áreas laterales y los jardines circundantes al escenario principal estaban atiborrados. La luz de una fogata encendida a un costado entre las butacas y los jardines me permitió una idea general de la cantidad de público y sus peculiaridades: más de 600 personas entre adolescentes y familias (si, habían familias enteras), jóvenes nacionales y jóvenes extranjeros, todos alternando la mirada entre las pantallas y el escenario, en el cual ya se notaban las primeras señales de que en cuestión de minutos comenzaría la función. Mientras el público esperaba los primeros acordes, tras escenario los músicos aguardaban el momento de subir a tocar. No estaban nerviosos, pero luego de preparar durante meses hasta el más mínimo detalle de este concierto, sentían tal ansiedad que, como felinos enjaulados, daban vueltas por el camerino. Chelo Navia, vocalista de la banda, relata “antes de entrar a tocar, el sentimiento de euforia era tal que me fue necesario gritar. Mire a los muchachos y les grité: ‘¡Vamooos!’. Al subir al escenario, no sabíamos cuánta gente había venido y cuando el cañón de luz que estaba detrás de mí iluminó al público, éste me pareció interminable y pensé: ‘Este es el momento perfecto para saltar y partirnos la espalda’”.
Los primeros acordes me sorprendieron mirando hacia arriba. Sobre nuestras cabezas, el alto follaje de los árboles hacía de techo y permitía ver un cielo nocturno sin asomo de nubes, salpicado de estrellas. Realmente, no había mejor locación. Con “Restless “, canción que abrió la velada, se reflejó el concepto general de esa noche rockera: la pantalla gigante de la derecha mostraba “el mensaje” (imágenes acordes con la música de la banda: campos petroleros, la Europa industrial post guerras, fotos desoladoras de personas y lugares asolados por la muerte etc.), y la pantalla izquierda mostraba primeros planos de los músicos en el escenario, bajo el lente del personal del Centro Portales con una cama estática. Dividido en tres actos, cada uno con duración cronometrada y de perfecta coordinación entre música, imágenes y espectáculo, las canciones del primer disco se intercalaron con tres adelantos de lo que vendrá: el próximo Cd tendrá música y conceptos más llamativos y agresivos. Chelo Navia dio inicio a **Oil**, primero de los tres actos, con una frase que desató la euforia **mosh** hasta entonces contenida en el público “Hoy me desperté, me miré al espejo y dije: ‘¡hoy es un buen día para hacer rock and roll!’”. Vino “Dependency” con el acompañamiento de Diego Boulocq, vocalista de Mammut, el infaltable “The room” y su video clip como cierre del primer acto.
Para evitar los molestos ajustes instrumentales entre canciones, Oil buscó la ayuda de Abraham Aranibar y Lucho Coca, quienes en el **backsatge** afinaban guitarras y bajos. Tras cada canción, los músicos recibían un nuevo instrumento, listo ya para el siguiente tema. Sonido impecable, como siempre, gracias a Eduardo Lewkowicz quien, según comentarios de Vico, productor visual de Oil “nos enseñó a buscar lo mejor y exigir lo mejor. O por último, a trabajar con lo que se tenía pero con el único objetivo de lograr resultados impecables”. Ahora, impecable no es una palabra que le quede grande a este grupo cochabambino.
**Consecuences**, acto número dos, se destacó porque tras “Godless” y “Under” se interpretó “Nativo”, tema instrumental con la participación de dos conocidos percusionistas: Mauricio Moscoso y Amado Espinoza, tocando el derbake, el didjeridoo y otros instrumentos propios del **folk** hindú y latinoamericano. Este último se robó el show con una interpretación virtuosísima, primero acompañado de la potencia musical de las dos guitarras acústicas, después, con el escenario para él solito, desatando aplausos y más aplausos. Siguio “Anathema”, y mientras una pantalla mostraba a los músicos subyugados por sus propios **riffs**, la otra mostraba fotografías de la **World Press Photo** presentando las consecuencias de los conflictos bélicos al mismo tiempo de proyectar la frase **”The lifes of the iraquie people are valuable than the Oil under their feet”** (La vida de los iraquíes es más valiosa que el petróleo bajo sus pies). Como enlace entre este acto y el último, un **making off** mostró las imágenes detrás de la filmación del video clip de “Nothing”.
El tercer acto, **The War**, concadenó sin complicaciones escenas apocalípticas con los temas “Guns”, “Felo de Se” y “Blame”. “War”, la cuarta canción del acto, se la tocó con Juan Pablo Lara, antiguo baterista de la banda. Las casi dos horas de espectáculo transcurrieron sin las molestias típicas de los conciertos en otros ambientes: fallas técnicas, mal sonido, hacinamiento. A una noche casi perfecta, no le faltaba más que una cosa y esa llegó para coronar un espectáculo bajo tantas estrellas: “Nothing”, canción emblema y una de las favoritas del público y de la crítica el 2007. En vivo y en video clip. Para ponerse de pie y cantar a todo pulmón. Cuando las últimas notas del tema se perdían en el aire, a las 22:30 en punto, estaba claro que ya no habría más. Todo había sido tan preciso, tan equilibrado, que como despertando del sueño, el público fue saliendo del Palacio Portales en ambiente de sopor, muchos pasando primero por el quiosco en el que se vendía el **merchandising** de la banda: discos, DVDs, poleras, stickers. Sobre el escenario, la sensación de ensueño era más notoria. Mientras los técnicos desenchufaban instrumentos, los que por dos horas se adueñaron del palacio, los cinco de arriba: Chelo, Pichón, Álvaro, Olivier y Álvaro Ríos se dejaban llevar por el lento despertar tras tanto esfuerzo y tanto disfrute rockero. “La tocada más intensa que hemos tenido, en todo sentido”, declara Chelo días después.
Para los que no estuvieron allá, el grupo ofrece la posibilidad de reivindicación. Y de repetición para los que sí fuimos: todo el concierto se filmó y con la ayuda de Huascar Paiva se grabó en multipistas, como si se lo hubiera hecho en estudio. Cuestión de esperar un poco y estar al pendiente de las novedades publicadas en la página (www.oil.com.bo). Con este grupo, siempre puedes esperar cosas mejores en el futuro, para escuchar y para ver.
cadness@hotmail.com
Para poder ver las fotos de este concierto has CLICK AQUI
Fuente: http://www.opinion.com.bo/Portal.html?CodGru=4&CodSec=21
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